Un cielo nublado, un corazón palpitante, que aún no se cansa, sus ojos se abren como dos ventanales a medio día recibiendo la luz del sol, el único resplandor en un oscuro abismo de traición. Se abren las puertas a un camino de esperanza, su primer respiro, aliento de la vida misma...
Cuando ve hacia atrás los recuerdos que sobre sus pies se burlan y se van, sabe que ya jamás volverán, sabe que lo ha perdido todo. Intenta cerrar los ojos y viajar a septiembre, cuanto más ama ella se aferra y se pierde. En el camino sus cosechas la enredan, aunque rosas siembre sus espinas le cortan y la envenenan.
Mírale a los ojos, piérdete en el espejo de su alma, quiérele y luego en batalla enbellecera el camino de tu fantasma, mírale a los ojos; dos bellos luceros que la lluvia fresca del otoño ha bendecido y cúbrete en el lúgubre cielo de septiembre.
El tintinente sonido dentro de la tierra, donde ha sido enterrada la caja de sus sueños, regresa oh vida infinita, llena de vacíos, donde una vez existieron un cofre abierto lleno de metas y recorridos, desentierra tu corazón de ese frío escarmiento de dolor.
Cubriéndose de polvo y sangre. Pobre capullo que se cubre del fúnebre manto de muerte se ha detenido a corregir sus errores, se ha perdido y solo ve pasar los días corriendo en distintas direcciones lejos de su camino, lejos de ella.
Que el mismo cielo se ha postrado en su mirada; el brillo de mil estrellas en su rostro vuelto a una vida ilusionada.
Cuando ve hacia atrás los recuerdos que sobre sus pies se burlan y se van, sabe que ya jamás volverán, sabe que lo ha perdido todo. Intenta cerrar los ojos y viajar a septiembre, cuanto más ama ella se aferra y se pierde. En el camino sus cosechas la enredan, aunque rosas siembre sus espinas le cortan y la envenenan.
Mírale a los ojos, piérdete en el espejo de su alma, quiérele y luego en batalla enbellecera el camino de tu fantasma, mírale a los ojos; dos bellos luceros que la lluvia fresca del otoño ha bendecido y cúbrete en el lúgubre cielo de septiembre.
El tintinente sonido dentro de la tierra, donde ha sido enterrada la caja de sus sueños, regresa oh vida infinita, llena de vacíos, donde una vez existieron un cofre abierto lleno de metas y recorridos, desentierra tu corazón de ese frío escarmiento de dolor.
Cubriéndose de polvo y sangre. Pobre capullo que se cubre del fúnebre manto de muerte se ha detenido a corregir sus errores, se ha perdido y solo ve pasar los días corriendo en distintas direcciones lejos de su camino, lejos de ella.
Que el mismo cielo se ha postrado en su mirada; el brillo de mil estrellas en su rostro vuelto a una vida ilusionada.
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